Arrastro esta pena
desde el valle donde corren
los ríos del silencio;
desde el fondo,
donde empíricos verboides
deslizan palabras del pasado,
eternamente.
Tesisuras lejanas
recrean mi universo
en los apuntes de un cuaderno.
Así arrastro esta pena,
como el centro de la entraña
que el águila se entrega,
para elevarse en el adiós. |
Alguna tormenta me habita
poblando mis realidades
de falsa locura inmersa
en el tintero de siglos magos
con sus capuces de dolor.
Ya todos tus caciques recuerdos
envuelven tus letras Turicarami
y el mestizo eclipse
rescata latidos trasnochados,
entre dos cerros sagrados
un lagarto de oro agita
encantado arcanos ausentes,
historias de carbón
desnudan el futuro vocablo Sec
como arenas tallanes
cubriéndome el rostro. |
He aquí el ayer.
Macizado.
Escondido en el risueño donadío
del perpetuo valle shingador
de nueva misha. Amanecer
prematuro
de esotérica cúspide.
Vuelan las lechuzas libadoras
de ambiciones
por el soplo de antimonios
y con chonta azotan los shamanes
extraviados en sus artes
el océano viejo de arenas.
Bajo el domo
de cierzos siderales
un perfume de pócimas
gravitando entre mis labios. |
Guerrillero del desierto
crisálida subterránea
elevando la gusana existencia
más allá del límite
que adorna el viento.
Una generación de superficie
acaso te conozca
mariposa,
girando la importancia
de tu siglo. |