Ensalzando un Angelito
_ ¡Cuatro
seguidos de fiebre, ligeras y vómitos; luego alferecía, y adiós..., se
quedó muerta la criatura...!
_
Felizmente sus taitas, dentro de su ignorancia y pobreza, tuvieron la
sabiduría de guardar alguna platita para el velorio, y no se les ocurrió
gastarla en llamar a un doctor. Para eso no les alcanzaba. Vivían tan
lejos del pueblo que, quién sabe cuánto les cobrarían por llevar y
traer en carro al doctor. Y después la gastadera en los remedios de
botica...
_
Mariya, ándate pa la pampa con los churres, y ajúntate una cañitas pa
hacer el altarcito!.
_ ¡Ay,
mama, que vayan nomás los churres, me vayan a caer piojos con el sol!.
_!Palangana!,
pa la pezpitería de a la noche nomás te quieres guardar.
Interrumpió
el padre la charla con una palabra soez, luego escupiendo por el colmillo,
reanudó la tarea de hacer una como escalerita de maderas y cañas.
En
esa escalerita sería colocado, paradito, el angelito con todo su ropa
nueva y apropiada.
_!Ya
está lista su batita!.
La
madre, tímidamente le pregunta:_¿Trujites la coronita de papelitos
platiaus, pa que se vaya coronadito al cielo.
_!Ahitá
en a alforja, junto con los papeles para hacer las cadenetas!.
Entonces
vuá a emprestarle las tijeras a ña Sunción.
Llegaron
los chicos con suficiente material; y luego con cajones reunidos en el
caserío, se armó y adornó el altar mortuorio en una mesa con blanca sábana
y al rededor se le puso estampas, espejos pequeños, banderines y
cadenetas de colores. También había algunos ramos de flores y de papel.
El
parvulito que estaba en una hamaca armada entre dos horcones, fue sacado
por la madre, que al estrecharlo por última vez, rompió a llorar,
gritando con un tono, que sin dejar de ser triste, parecía una canción
_!Ay, mijito, ay mijito, que te fites, me dejastes!.
Furioso
el padre, le arrebataba el niño muerto, imprecándole
solemnemente:_!Calla, mujer, ¿quieres que la criatura se vaya triste al
cielo?.
Desde
adentro, la voz de la María informó _Ya están listas las gallinas con
la zarza de cebolla!. ¡Falta el pan y el anisau pa la compaña.
Alguien
trajo luego dos grandes talegas con panes y varias tinajas con olorosa
chicha.
El
tiempo fue pasando, ya era hora que encendieran los candiles y las lámparas
con tubo.
Los
que van llegando, empiezan a elogiar el aspecto del angelito.
_!Qué
lindísimo que está el angelito en su altarcito!
_!Todito
rodiadito de lucecitas como estrellitas!.
Tal
parecían las velas encendidas que se multiplicaban reflejadas en los
espejos.
_!Su
batita, toda blanca con blonditas...!
_Y
la coronita?. ¡Milayita!
Continúan
llegando los convidados. Entran primero, en hileras bulliciosas muchachas,
vestidas de fiesta y de pelo suelto. Los hombres se van reuniendo afuera,
todavía no se atreven a entrar.
Ponen
en la mesa el primer chiriguaco (1) de chicha, junto con los potos, que
son los limpios recipientes de escanciarla.
_!Traigan
el, endispensando la mala palabra, cojudito (2), para que prueben las
mayores y no beban mucho y se vayan a marear.
Viejas
de falda negra y arropadas en su manta, en cuyos ojos se lee que se les
hace la boca agua, esperan sentadas en largos bancos de madera, barbacoas
y banquetas.
_!Dele
usté a Don Demesio!
_Alcáncele
a don Zacarías Profeta!
_!Ahí
dentran las Pajuílas!
En
medio de este diálogo empiezan a correr de mano en mano los recipientes
con chicha. Ya el latigazo alcohólico fustigó los primitivos y tímidos
espíritus. ¡Adelante la borrachera y a olvidarse de la muerte!
_!Dentro
pa dentro, Pasión!, Cuidau con las vigüelas...!
_!Jijijijí
Primer
jajay, la gorda doña bococho se empieza a poner colorada, todos hablan a
un tiempo y en el tono más alto de voz.
_!Mama,
Serapio me ha agarrau mi cajeta de vaserola!
_!Gua,
yo no he sido!
_!Atiendan
a la compaña! ¿trujiste el anisau? ¡Corre!
_Asiento
a los guitarristas.
_!Qué
viva, ya llegaron los ensalzadores!
Dos
hombres, uno mozo y otro de edad madura, tiemplan sus guitarras y empiezan
a cantar con música tristísima y monótona, esta que es una primera
cumanana y que dice así:
“Dios te mandó a llevar
para bastón de María
Que, lindo que está tu altar
Lleno de espejería”
Luego
de unas frases de aliento y unas cuantas expectoraciones, siguen con esta
otra:
“Te vas a juntar en la Gloria
con
los ángeles en montón,
te
guardaré en mi memoria
y el
fondo del corazón”.
Después
siguen otras para consolar a la madre y pedirle al angelito se acuerde de
los presentes en la Gloria, como esta:
“Madre, no vayas a llorar
por que tu hijo se fue al Cielo
por sus padres a rogar
y a gozar de los más bueno”.
“Por tus queridos padrinos
también tienes que rogar
y por todos los presentes
que te vienen a ensalzar”.
De
cuando en cuando el silencio que se hace en intervalos de la canción, es
interrumpido por un sofocado sollozo de la madre. Ese pedazo de sus entrañas,
que hoy rodeado de flores y papeles, está inerte, cuando hace pocos días
nomás gateaba por el suelo...! ¡Ay, los corazones de las madres son
todos iguales a pesar de la incultura y la falta de educación!.
El
padre que, indudablemente siente lo mismo, trata de ahogar su dolor en el
alcohol, y desde lejos, amenazadoramente, abre los ojos, colérico, al
encontrarse con la mirada de su mujer, controlando así su dolor de madre.
_!Hay
que ensalzar al angelito para que no se vaya triste al Cielo!
_!Traigan
los sangúches!.
_!Don
Julio, flótese el lobanillo con la mano del angelito, para que se le
quite!.
Ahora
vienen las marineras.
!Denle
a las vigüelas. ¡Güena con el cajón!
Una
pareja rompe el baile, haciéndole antes una venía y como pidiéndole
permiso al angelito. Otras parejas se unen y rodean el mortuorio,
bandereando los pañuelos. Golpes de mano, gran zapateo y polvareda.
_Arza,
ahi va, ahi va!
_!Que
alegría de compaña!
_!Que
contento que estará el angelito!
_!Pásenle
un dedo mojado en chica por la boca al angelito, para que no se vaya con
la hiel reventada al cielo!.
La
risa de doña Bococho, rodeada de dos compadres, es ahora casi hipo,
Ruidosos eruptos y picantes observaciones. Y así pasan las horas de la
noche y de la madrugada, de la mañana, harta que llega la tarde.
Bajan
al angelito, lo meten en su cajoncito y se lo llevan a enterrar.
A
prisa le dan sepultura y regresa la compaña a continuar la fiesta.
A
partir de este momento, nadie se acuerda cómo acaba la reunión. Conforme
se les termina el anisado y las fuerzas se van retirando y así amanecen,
unos en sus casas, otros en la pampa...”
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(1)
– Chiriguaco – cántaro pequeño para la chicha
(2)
– Cojudito – recipiente pequeño de calabaza
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