Sullana, Piura, Perú

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Viernes, 25 Abril 2003

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Album de Estampas
 

Las Capullanas
Por Dr. Juan José Vega

Origen del Tondero y su evolución

Tradiciones y costumbres de Sullana, en estampas de Lola Cruz de Acha "La Capullana"

Historiadores, investigadores e editores de Sullana

Poetas y Narradores de Sullana

Músicos y compositores de Sullana

Folklore de Sullana

Pintores de Sullana

Platos típicos de la provincia

 

Ensalzando un Angelito

 

_ ¡Cuatro seguidos de fiebre, ligeras y vómitos; luego alferecía, y adiós..., se quedó muerta la criatura...!

_ Felizmente sus taitas, dentro de su ignorancia y pobreza, tuvieron la sabiduría de guardar alguna platita para el velorio, y no se les ocurrió gastarla en llamar a un doctor. Para eso no les alcanzaba. Vivían tan lejos del pueblo que, quién sabe cuánto les cobrarían por llevar y traer en carro al doctor. Y después la gastadera en los remedios de botica...

_ Mariya, ándate pa la pampa con los churres, y ajúntate una cañitas pa hacer el altarcito!.

_ ¡Ay, mama, que vayan nomás los churres, me vayan a caer piojos con el sol!.

_!Palangana!, pa la pezpitería de a la noche nomás te quieres guardar.

Interrumpió el padre la charla con una palabra soez, luego escupiendo por el colmillo, reanudó la tarea de hacer una como escalerita de maderas y cañas.

En esa escalerita sería colocado, paradito, el angelito con todo su ropa nueva y apropiada.

_!Ya está lista su batita!.

La madre, tímidamente le pregunta:_¿Trujites la coronita de papelitos platiaus, pa que se vaya coronadito al cielo.

_!Ahitá en a alforja, junto con los papeles para hacer las cadenetas!.

Entonces vuá a emprestarle las tijeras a ña Sunción.

Llegaron los chicos con suficiente material; y luego con cajones reunidos en el caserío, se armó y adornó el altar mortuorio en una mesa con blanca sábana y al rededor se le puso estampas, espejos pequeños, banderines y cadenetas de colores. También había algunos ramos de flores y de papel.

El parvulito que estaba en una hamaca armada entre dos horcones, fue sacado por la madre, que al estrecharlo por última vez, rompió a llorar, gritando con un tono, que sin dejar de ser triste, parecía una canción _!Ay, mijito, ay mijito, que te fites, me dejastes!.

Furioso el padre, le arrebataba el niño muerto, imprecándole solemnemente:_!Calla, mujer, ¿quieres que la criatura se vaya triste al cielo?.

Desde adentro, la voz de la María informó _Ya están listas las gallinas con la zarza de cebolla!. ¡Falta el pan y el anisau pa la compaña.

Alguien trajo luego dos grandes talegas con panes y varias tinajas con olorosa chicha.

El tiempo fue pasando, ya era hora que encendieran los candiles y las lámparas con tubo.

Los que van llegando, empiezan a elogiar el aspecto del angelito.

_!Qué lindísimo que está el angelito en su altarcito!

_!Todito rodiadito de lucecitas como estrellitas!.

Tal parecían las velas encendidas que se multiplicaban reflejadas en los espejos.

_!Su batita, toda blanca con blonditas...!

_Y la coronita?. ¡Milayita!

Continúan llegando los convidados. Entran primero, en hileras bulliciosas muchachas, vestidas de fiesta y de pelo suelto. Los hombres se van reuniendo afuera, todavía no se atreven a entrar.

Ponen en la mesa el primer chiriguaco (1) de chicha, junto con los potos, que son los limpios recipientes de escanciarla.

_!Traigan el, endispensando la mala palabra, cojudito (2), para que prueben las mayores y no beban mucho y se vayan a marear.

Viejas de falda negra y arropadas en su manta, en cuyos ojos se lee que se les hace la boca agua, esperan sentadas en largos bancos de madera, barbacoas y banquetas.

_!Dele usté a Don Demesio!

_Alcáncele a don Zacarías Profeta!

_!Ahí dentran las Pajuílas!

En medio de este diálogo empiezan a correr de mano en mano los recipientes con chicha. Ya el latigazo alcohólico fustigó los primitivos y tímidos espíritus. ¡Adelante la borrachera y a olvidarse de la muerte!

_!Dentro pa dentro, Pasión!, Cuidau con las vigüelas...!

_!Jijijijí

Primer jajay, la gorda doña bococho se empieza a poner colorada, todos hablan a un tiempo y en el tono más alto de voz.

_!Mama, Serapio me ha agarrau mi cajeta de vaserola!

_!Gua, yo no he sido!

_!Atiendan a la compaña! ¿trujiste el anisau? ¡Corre!

_Asiento a los guitarristas.

_!Qué viva, ya llegaron los ensalzadores!

Dos hombres, uno mozo y otro de edad madura, tiemplan sus guitarras y empiezan a cantar con música tristísima y monótona, esta que es una primera cumanana y que dice así:

            “Dios te mandó a llevar

para bastón de María

Que, lindo que está tu altar

Lleno de espejería”

            Luego de unas frases de aliento y unas cuantas expectoraciones, siguen con esta otra:

                        “Te vas a juntar en la Gloria

con los ángeles en montón,

te guardaré en mi memoria

y el fondo del corazón”.

            Después siguen otras para consolar a la madre y pedirle al angelito se acuerde de los presentes en la Gloria, como esta:

                        “Madre, no vayas a llorar

                        por que tu hijo se fue al Cielo

                        por sus padres a rogar

y a gozar de los más bueno”.

“Por tus queridos padrinos

también tienes que rogar

y por todos los presentes

que te vienen a ensalzar”.

            De cuando en cuando el silencio que se hace en intervalos de la canción, es interrumpido por un sofocado sollozo de la madre. Ese pedazo de sus entrañas, que hoy rodeado de flores y papeles, está inerte, cuando hace pocos días nomás gateaba por el suelo...! ¡Ay, los corazones de las madres son todos iguales a pesar de la incultura y la falta de educación!.

            El padre que, indudablemente siente lo mismo, trata de ahogar su dolor en el alcohol, y desde lejos, amenazadoramente, abre los ojos, colérico, al encontrarse con la mirada de su mujer, controlando así su dolor de madre.

            _!Hay que ensalzar al angelito para que no se vaya triste al Cielo!

            _!Traigan los sangúches!.

            _!Don Julio, flótese el lobanillo con la mano del angelito, para que se le quite!.

            Ahora vienen las marineras.

!Denle a las vigüelas. ¡Güena con el cajón!

Una pareja rompe el baile, haciéndole antes una venía y como pidiéndole permiso al angelito. Otras parejas se unen y rodean el mortuorio, bandereando los pañuelos. Golpes de mano, gran zapateo y polvareda.

_Arza, ahi va, ahi va!

_!Que alegría de compaña!

_!Que contento que estará el angelito!

_!Pásenle un dedo mojado en chica por la boca al angelito, para que no se vaya con la hiel reventada al cielo!.

La risa de doña Bococho, rodeada de dos compadres, es ahora casi hipo, Ruidosos eruptos y picantes observaciones. Y así pasan las horas de la noche y de la madrugada, de la mañana, harta que llega la tarde.

Bajan al angelito, lo meten en su cajoncito y se lo llevan a enterrar.

A prisa le dan sepultura y regresa la compaña a continuar la fiesta.

A partir de este momento, nadie se acuerda cómo acaba la reunión. Conforme se les termina el anisado y las fuerzas se van retirando y así amanecen, unos en sus casas, otros en la pampa...”

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(1)   – Chiriguaco – cántaro pequeño para la chicha

(2)   – Cojudito – recipiente pequeño de calabaza